martes, 2 de enero de 2007

Tirada de diez!

Caminar descalzo por la tierra mientras el cielo se oscurece silenciando los colores y multiplicando las formas.
Escuchar el susurro de los árboles que musitan las primeras confesiones con el movimiento de sus ramas, perceptible apenas en las sombras proyectadas.
Aspirar el aire de la noche con el cúmulo de aromas que nos trasportan hacia tiempos difuminados en la memoria.
Observar las pequeñas flores de luz que emergen del profundo negro del universo.
Pronunciar un nombre prohibido y retar el orden de las cosas mundanas.
Sonreír a ese cosmos que nos ignora, como si su indiferencia nos fuera accesible.
Esperar, pacientes lo imposible que ha empezado a rozarnos tímidamente con las yemas de los dedos.
Abandonarnos a cualquier maravilla capaz de ahuyentar la tristeza.
Aprender a trasmitir el gozo de lo sublime.
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